Las charlas de este verano....DATOS Y REFLEXIONES EN TORNO A UNA ENTIDAD HISTORICA

Hoy es Puendeluna una pequeña y agradable localidad de Cinco Villas, en su extremo más oriental, visitada en su paso por el río Gallego. El ser y el significado de un lugar se mide por su historia, una historia en la que presente y pasado se simbiotizan convirtiéndose en parte de una misma realidad. No hay gentes sin historia y, ciertamente, en Puendeluna queda mucho por desentrañar. Encuentro de caminos y crisol de culturas, la localidad así lo reclama.
En un escenario de antigua ocupación sedetana, Puendeluna se hallaba próxima a la antigua Gallícolis (Luna), así denominada por los romanos. Y será precisamente al calor de la romanización cuando se inicie una etapa de desarrollo económico, que transformará un territorio que quedará recorrido por estratégicas vías de comunicación y en el que el cereal protagonizará la principal actividad económica, se acometerán obras hidráulicas y se estructurará su población en explotaciones agropecuarias. Superada la etapa visigoda, con la llegada de los musulmanes en los primeros años del siglo VIII se reanudarán las aplicaciones técnicas y cobrarán nuevos bríos las vías de comunicación y las infraestructuras para el riego.
Iniciada la expansión cristiana desde las montañosas tierras del norte, en los últimos lustros del siglo XI el rey Sancho Ramírez ponía sitio a la ciudad de Huesca, construía la fortificación de Montearagón y fijaba la delimitación entre los territorios conquistados y la zona musulmana en una línea que “iría desde Rosel, en la orilla oriental del gallego, dentro de la val de Ayerbe, hasta la parte noroccidental de la ciudad de Huesca”. En 1096 tras la batalla de Alcoraz el rey Pedro I conquistaba Huesca, consumándose de este modo el dominio cristiano sobre la Hoya oscense, desde el río Gallego hasta el Alcanadre. Entre los cerca de 160 poblados, castillos y almunias que el monarca aragonés distribuyó entre las jurisdicciones eclesiásticas del obispado de Huesca y la abadía de Montearagón a principios del siglo XII figuraba “Arrosel”, lugar de repoblación cristiana, encuadrado bajo la abadía de Montearagón.
Muy próxima a él, Puendeluna en los albores del siglo XIII iniciaba su recorrido histórico. Existen noticias de que el año 1212, cuando ya iba tocando a su fin el gobierno del rey Pedro II, se encontraba terminada la obra del puente de Rosel, así como la de una iglesia, la de San Nicolás, realizada con el fin de “asentar el mayor número de habitantes”. Construido el puente sobre el río Gallego entre los términos de Ayerbe y Luna, éste cobrará identidad histórica, bautizado desde entonces en los documentos como “Puent de Luna”. Y sólo algún tiempo después los primeros colonos instalados comenzaban a dar vida al lugar de Puendeluna, nombre con el que ya en 1279 se cita a este lugar como componente de la sobrejuntería. –denominación administrativa que tenían las diversas parte en las que había sido dividido el reino de Aragón, con una finalidad, primordialmente de control judicial, policial y económico- de Jaca. Desde entonces las vicisitudes por las que atravesó Puendeluna fueron diversas. Así en el siglo XIV el monarca Pedro IV concedía al concejo de Luna, con jurisdicción señorial desde el año 1343, el derecho real o pontazgo del Puente de Luna, correspondiente al “paso del río Gallego, en barca o por el puente”.
Un siglo más tarde Puendeluna contaba con una población de 6 fuegos, según el censo ordenado en las Cortes de Tarazona del año 1495 (24 habitantes (utilizando el coeficiente 4 habitantes “fuego” o “vecino”). A mediados del siglo XVII, sin embargo, esta localidad había triplicado su población, según el censo acordado en las Cortes de Zaragoza del año 1646, que ofrece una población de 18 fuegos o “vecinos”, lo que nos lleva a hablar, aplicando la fórmula anterior, de unos 72 vecinos. Y todo ello, pese a las vicisitudes por las que tuvo que atravesar Puendeluna, propias de lo que por entonces aconteció en Aragón y más concretamente en esta parte del territorio, tanto al socaire de la coyuntura económica favorable que caracterizó, en parte, el siglo XVI, como por los factores que, sobre todo en la siguiente centuria, afectaron al territorio (mayor concurrencia de crisis agrícolas, las consecuencias de un mundo en guerra, la presión fiscal o las epidemias). Otros acontecimientos de indudable trascendencia en Aragón, como fue la expulsión de los moriscos, decretada en 1609, o la guerra de Secesión catalana, sin embargo, tan sólo le afectarían indirectamente.
La repercusión de la guerra de Sucesión al trono de España, si que iba a afectar de un modo importante a Puendeluna, como en general al espacio cincovillense. Así se desprende de la importante pérdida de población que esta localidad experimentó. En el censo de Campoflorido del año 1717, poco después de acabada la contienda, se habla de 7 vecinos (28 habitantes). Superadas, finalmente, las consecuencias de la contienda bélica, en Puendeluna se podría en marcha una tendencia de recuperación demográfica que, en términos generales, habría de prolongarse durante el resto de la centuria (110 habitantes es el número de habitantes que aparece reflejado en el censo de Floridablanca de 1785). La crisis finisecular correspondiente a la España de Carlos IV, seguida de las consecuencias de la invasión napoleónica y la conflictividad carlista, acaecidas durante la primera mitad del siglo XIX, en medio de un clima de postración económica, una vez más frenaba las expectativas de Puendeluna.
Si durante los siglos XVI y XVII Puendeluna administrativamente se encontraba encuadrada en la “sobrecullida de Tarazona” –una de las sobrecullidas en las que se dividió el reino aragonés, con carácter administrativo y fiscal-, durante el siglo XVIII pasó a formar parte del naciente corregimiento de las Cinco Villas. Más tarde, la división provincial realizada por Javier de Burgos sobre el mapa hispano el año 1833, reubicaba nuestra localidad en la provincia de Zaragoza, tal y como nos lo describe el Diccionario geográfico de Pascual Madoz, del que extraemos algunas líneas que pretenden describir por entonces a Puendeluna en la perspectiva del año 1848:
“Lugar con Ayuntamiento, de la provincia y Audiencia Territorial de Zaragoza, de la que dista 8 leguas y media, Capitanía General de Aragón, partido judicial de Ejea de los Caballeros, de que dista cuatro leguas, diócesis de jaca (11 leguas)…El terreno es secano y de mediana calidad. Los caminos son de pueblo a pueblo, en regular estado. El correo se toma el domingo en Ayerbe. Produce trigo, cebada, poco vino y algunas legumbres, mantiene ganado lanar y cabrío; hay caza de conejos y perdices, y pesca en el río Gallego de barbos, madrillas y anguilas. Población de 26 vecinos, 112 almas. Capital producido 216.208 reales. Contribución 3.112 reales. Fue antes aldea de Murillo”
A partir de entonces Puendeluna, de un modo paulatino, volverá a ver crecer su población al calor del desarrollo económico y del incremento demográfico perceptible en España. En 1857 su población alcanzaba los 216 habitantes, en una tendencia alcista que habría de mantenerse, aunque no de un modo regular y pese a los dramáticos años de la guerra civil, hasta los años sesenta del siglo XX, en los que llegará a reunir los 401 habitantes. Desde entonces, sin embargo, el panorama, definido por el nuevo desarrollismo, una vez superada la posguerra, y la descompensación poblacional en Aragón, en abrumador desequilibrio a favor de la ciudad de Zaragoza, al compás de los procesos migratorios, tanto internos como externos, se encargará del resto.
Hoy Puendeluna custodia su historia, una historia de la que queda todavía mucho por desentrañar. En medio de una atmósfera de incertidumbres esta mágnifica localidad, que adorna la comarca de las Cinco Villas y que ha sido capaz de construir su propia identidad, se ha hecho acreedora de un lugar en la construcción de un futuro esperanzado. Que así sea.

Enrique Solano Camón

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