literatura popular
OTRO DE PUENDELUNEROS
Algunas veces uno se encuentra con personas que maldicen de sus orígenes, critican sin cariño el lugar que les vio nacer y crecer. Lo puedes entender si han tenido malas experiencias o si éstas te han marcado de forma negativa. Es curioso, sin embargo, lo que me pasa a mí, cuando estoy lejos del pueblo me acuerdo de él de forma casi inconsciente. Te sorprendes con unos amigos comentándoles las frases ingeniosas de sus gentes. Recuerdo siempre con una sonrisa a Paco “de Eugenio” al comentarle que no se le daban los años que tenía contestar: - “Para que me los vas a dar si ya los tengo”; o cuando a Domingo le preguntas si va a llover y con su calma habitual te contesta una frase que por su sencillez se muestra inteligente: - “Sí, lloverá, pero no sé cuándo”; o como el citado Paco que ante la misma pregunta te contesta: - “Mañana te lo digo”. En otros momentos recuerdas a Mariano “de Ascensión” que año tras año va diciendo: - “¡Vaya orquesta mala, no sabe tocar La Barranquillera!”, o a Manolo Artaso que el muy cuco siempre dice: - “Yo, no sé nada”, o a Tomás “de Rodes” que haciendo un gesto con el brazo como si limpiara el aire, nos manda a todos los forasteros a Zaragoza los domingos por la tarde.
Es inevitable, lo queramos o no, hemos crecido bajo la influencia de los que nos rodean y muchos de los que aún veraneamos en Puen hemos pasado gran parte de nuestra infancia y adolescencia en él. Así que podemos elegir, renegar de él o no, pero de lo que no podemos deshacernos es de la influencia que sobre nosotros ejerce. Cada una de las personas que viven allí han hecho de nuestro carácter lo que es, algunas más intensamente de otras, nos han querido enseñar lo que creían mejor, nos han criticado, han hablado de nosotros bien y también mal, nos han vigilado de pequeños y de mayores, con buena y mala intención, pero yo me quedo con las cervecicas del bar, con la risa de Jesusín y Fermín, con el humor de Marcelino, con “la fesca”, con el rancho de los jueves de fiestas, con las recetas de cocina de Luis, con la prodigiosa memoria de Nati, con las almendras garrapiñadas de Maria Aurora, con……………….
Algunas veces uno se encuentra con personas que maldicen de sus orígenes, critican sin cariño el lugar que les vio nacer y crecer. Lo puedes entender si han tenido malas experiencias o si éstas te han marcado de forma negativa. Es curioso, sin embargo, lo que me pasa a mí, cuando estoy lejos del pueblo me acuerdo de él de forma casi inconsciente. Te sorprendes con unos amigos comentándoles las frases ingeniosas de sus gentes. Recuerdo siempre con una sonrisa a Paco “de Eugenio” al comentarle que no se le daban los años que tenía contestar: - “Para que me los vas a dar si ya los tengo”; o cuando a Domingo le preguntas si va a llover y con su calma habitual te contesta una frase que por su sencillez se muestra inteligente: - “Sí, lloverá, pero no sé cuándo”; o como el citado Paco que ante la misma pregunta te contesta: - “Mañana te lo digo”. En otros momentos recuerdas a Mariano “de Ascensión” que año tras año va diciendo: - “¡Vaya orquesta mala, no sabe tocar La Barranquillera!”, o a Manolo Artaso que el muy cuco siempre dice: - “Yo, no sé nada”, o a Tomás “de Rodes” que haciendo un gesto con el brazo como si limpiara el aire, nos manda a todos los forasteros a Zaragoza los domingos por la tarde.
Es inevitable, lo queramos o no, hemos crecido bajo la influencia de los que nos rodean y muchos de los que aún veraneamos en Puen hemos pasado gran parte de nuestra infancia y adolescencia en él. Así que podemos elegir, renegar de él o no, pero de lo que no podemos deshacernos es de la influencia que sobre nosotros ejerce. Cada una de las personas que viven allí han hecho de nuestro carácter lo que es, algunas más intensamente de otras, nos han querido enseñar lo que creían mejor, nos han criticado, han hablado de nosotros bien y también mal, nos han vigilado de pequeños y de mayores, con buena y mala intención, pero yo me quedo con las cervecicas del bar, con la risa de Jesusín y Fermín, con el humor de Marcelino, con “la fesca”, con el rancho de los jueves de fiestas, con las recetas de cocina de Luis, con la prodigiosa memoria de Nati, con las almendras garrapiñadas de Maria Aurora, con……………….
