una descripción de la zona en 1891 de un periódico de Madrid

Los pueblos de Gurrea de Gállego y Alcalá de Gurrea, así com o la alberca Albored y pantano de Alcalá, son también dignos de una visita, pues aparte de que el panorama es hermosísimo, es uno de los pocos puntos de Aragón donde pueden hacerse buenas cacerías do aves acuáticas, si bien esta ciase de caza está allí abandónala, y se conoce poco y se carece de útiles para efectuarla. E l castillo de Tornos y monte de las Horcas; este castillo, qne conserva vestigios de su primitiva construcción del siglo XIII, perteneció á D . Lope de Gurrea, y cuenta la trad ición que recibe el monte este nom bre, po r ser D . Lope quien, á s u vuelta do M allorca con D. J a im e I , estableció alli la horca do su Señorío, pues habiendo tomado de unos judíos, y sobre susfincas, una cantidad para organizar sus m esnadas, trató de restituirlas, satisfaciéndoles capital é in te re s e s; mas no habiendo por parte de los judíos conform idad, quienes te ­ nían en su poder las escrituras de com prom iso, los reunió en dicho m onte y los ahorcó, poniendo así térm ino al derecho que decían tenían adquirido sobre el castillo. Razón po r la cual fu é colocada allí la argolla del señorío, y recibió el m onte el nom bre de L as Horcas. Los m ontes de Rosel, donde se han hecho com o en ninguna parte las grandes cacerías de perdices, y la M ezquita, propied a d de los Condes do P arcen t, que recibe esto nom bre por estar situada cerca del lu g ar donde existía una árabe, á la que, según la tradición cuenta, haoíaase, d u ran te su dom inación, grandes peregrinaciones. E l puohlo d e Puen de Luna, de abundante pesca, por soalli el río Gállego m uy caudaloso, especialm ente en el sitio denom inado Pena Blanca, doade se pescan excelentes tr u ­ chas, por lo m uy b atid a que está el agua al recorrer un lecho de piedra. Son, asim ism o, nom bradisiinos p ara las pesquerías los m olinos do Piien de L una y el azud del C astillo de Ballestar. N o debiendo p asar por alto estas ruinas, cuya bizantin a construcción del siglo Xil conserva aún su puerta de m adera chapeada en hierro; su foso y reointo_ alm enado con cubos superpuestos de sólida piedra silícea ó arenisca, y en el centro y entre las ojivas de la bóveda, existe to d av ía una tram pa-com pueita que da acceso a lto rre ó n de asalto para los casos de ataque. Cuénfanse de este C astillo m uchas tradiciones, y al ruido que produce a l viento en las huracanadas noches, al agitarse en tre sus m uros agrietados por el abandono en que se e n ­ cuentra, dan los n aturales del pais el nom bre de duendes y vestiglos, afirm ándose esta creencia el existir en la poterna y en el interior del antiguo torreón una m ano do tin te obscuro perfectam ente señalada en la porosa piedra y que ellos suponen sea la dol duende propietario del Castillo. Á su izquierda deslizase por grandes pendientes el to rren ­ toso rio , y el panoram a no puede describirse sin adinirarse, Pasando el pueblo do Ardisa, ss adm ira pintoresca situ ación, atravesándole el célebre cam ino construido por el rey D . Pedro I I I , y rem ontándose po r la sierra, se llega fácilm ente á una de las prim eras estribaciones del Pirineo, y luego á las Pardiñas, conocidas po r las Carboneras, hermoso y abrupto bosque de encinas y pino», donde puede hacerse sin g ran trab ajo el m ás com pleto cazadero de reses, pues existen corzos, jabalíes, sarrios y lobos en b astan te abundancia, sí bien las condiciones del terreno les es m uy fa v o ­ rab le para su defensa
http://www.memoriademadrid.es/doc_anexos/Workflow/4/235763/hem_elcampo_18910116.pdf

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